28 de marzo de 2009

El leñador tenaz

Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; así que un leñador se decidió a hacer buen papel.
El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona.

El hombre entusiasmado salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.

— Te felicito – dijo el capataz — sigue así.

Animado por las palabras del capataz, un leñador se decidió a mejorar su propio record; así que esa noche se acostó bien temprano. Por la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.

— Me debo haber cansado – pensó y decidió acostarse con la puesta del sol.

Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de cortar su segundo árbol.

Inquieto por lo que pensaría del capataz, un leñador se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer. El capataz le preguntó:
— ¿Cuanto hace que no afilas tu hacha?

— ¿Afilar? No he tenido tiempo de afilarla, he estado muy ocupado cortando árboles.

Siento la espera y desaparecer sin más.
He estado muy ocupada... cortando árboles, y por más que me esforzaba parecía que todo fuese hacía atrás.
Con suerte, decidí darme un respiro y durante ese respiro decidí afilar mi hacha...
En definitiva, y como dice la canción, las cosas se van ordenando solas; y parece que ahora sí (y por fin) todo marcha bien.
Es bueno tomarse un tiempo y reflexionar sobre el rumbo de nuestras vida, sobre si nuestros pasos son los más acertados o dar importancia a esas pequeñas cosas. A veces simplemente, basta con que tu cocotera se ordene y piense de manera coherente. Solucionar los problemas de uno en uno y no todos a la vez (que no somos superhéroes). Y no siempre, pero a veces, la solución es tan fácil, como afilar tu hacha.
¿Y cuanto hace que no afilas tu hacha?
¡Saludos a todos!

12 de marzo de 2009

El Tiempo

Imagínate que existe un banco, que cada mañana abona en tu cuenta la cantidad de 86.400€.

Ese extraño banco, al mismo tiempo, no arrastra tu saldo de un día para otro: cada noche borra de tu cuenta el saldo que no has gastado.

¿Qué harías?... Imagino que retirar todos los días la cantidad que no has gastado, ¿no?

Pues bien: cada uno de nosotros tenemos ese banco:
Su nombre es Tiempo

Cada mañana, ese banco abona en tu cuenta personal 86.400 segundos.
Cada noche ese banco borra de tu cuenta y da como perdida cualquier cantidad de ese saldo que no hayas invertido en algo provechoso.
Ese banco no arrastra saldos de un día a otro.

Cada día te abre una nueva cuenta.

Cada noche elimina los saldos del día.

Si no usas tu saldo durante el día, tú eres el que pierdes.

No puedes dar marcha atrás.

No existen cargos a cuenta del ingreso de mañana: debes vivir el presente con el saldo de hoy.

Por tanto, un buen consejo es que debes invertir tu tiempo de tal manera que consigas lo mejor en salud, felicidad y éxito.

El reloj sigue su marcha... consigue lo máximo en el día.

Para entender el valor de un año, pregúntale a algún estudiante que repitió curso...
Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que alumbró a un bebe prematuro...
Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario…
Para entender el valor de una hora, pregúntale a los amantes que esperan para encontrarse...
Para entender el valor de un minuto, pregúntale al viajero que perdió el tren...
Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona que estuvo a punto de tener un accidente...
Para entender el valor de una milésima de segundo, pregúntale al deportista que ganó una medalla de plata en las olimpiadas…

Atesora cada momento que vivas; y ese tesoro tendrá mucho más valor si lo compartes con alguien especial, lo suficientemente especial como para dedicarle tu tiempo... y recuerda que el tiempo no espera por nadie.

¡Saludos para todos!

Y un besazo muy grande para Naia, por darme ideas.
Espero que te guste este post y que hoy nos enseñes tu sonrisa pese a las desilusiones.

4 de marzo de 2009

El asno, el anciano y el niño

Creo que es uno de los primeros cuentos que me contó mi abuelo, luego más tarde lo escuché varias veces en la escuela.

Este cuento que tantas veces me han contado, dejó de ser un cuento y paso a ser una pequeña parte de mi.

Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo. Puesto que el asno estaba viejo, llegaron a una aldea caminando junto al animal, en vez de montarse en él. Al pasar por la calle principal, un grupo de niños se rió de ellos, gritando:

-¡Mirad qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.

Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al transitar entre las casas, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Entonces dijeron a viva voz:

-¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y el pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos. Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:
-¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Han visto algo semejante? El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.
-¡Qué vergüenza!


Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre su lomo. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:

-¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tienen corazón? ¡Van a reventar al pobre animal!
Estando ya el burro exhausto, y siendo que aún faltaba mucho para llegar a destino, el anciano y el niño optaron entonces por cargar al flaco burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
-Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas. ¡Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!

Es imposible contentar a todo el mundo, a veces sin proponerlo uno acierta y todo el mundo contento, otras veces por mucho que hagas siempre tendrás a alguien disgustado.

Lo importante es que uno este contento con sus acciones, que haga las cosas de corazón y los demás... que digan lo que quieran.

Tampoco digo que no tengas que escuchar a las personas. No, no digo eso. Escucha y piensa sobre lo que te dicen, si es válido para ti, acéptalo y sino, tíralo al primer contenedor que veas.

Pero que siempre seas tú el que decida y que no te importe si alguien no está deacuerdo, pues el mundo tiene muchos colores y muchas maneras de ver las cosas.