12 de julio de 2009

Contemplando el jardín ajeno

"Da al tonto mil inteligencias y sólo querrá la suya", dice un proverbio árabe.
Comenzamos a plantar el jardín de nuestra vida y, cuando miramos al lado, reparamos en que el vecino está ahí, espiando.

Él es incapaz de hacer nada, pero le gusta ofrecer ocurrencias disparatadas sobre cómo sembramos nuestras acciones, plantamos nuestros pensamientos, regamos nuestras conquistas.

Si prestamos atención a lo que él dice, acabamos trabajando para él y el jardín de nuestra vida será idea del vecino. Acabaremos olvidando la tierra cultivada con tanto sudor, fertilizada por tantas bendiciones. Olvidaremos que cada centímetro de tierra tiene sus misterios y sólo la paciente mano del jardinero puede descifrarlos.
No vamos a prestar atención al sol, a la lluvia y a las estaciones... para centrarnos sólo en esa cabeza que nos espía por encima de la cerca.
El tonto al que encanta ofrecernos opiniones disparatadas sobre nuestro jardín nunca cuida sus plantas.
Hubo un tiempo en que muchas personas se acercaron a mi para darme sus consejos, para decirme como debía hacer las cosas, me intentaron cambiar, manipular.
Todos venían con la intención de ayudarme, pero muy pocos venían con la intención de respetar mis propias decisiones.

Es difícil contentar a todo el mundo, de hecho es todavía más difícil, cuando todos se creían con la verdad indiscutible, y por supuesto, nunca coincidía.
Si uno me decía "café" por la tarde, por la noche otro me decía "leche".
Intenté hacer café con leche, pero así no contentaba a nadie, ni siquiera a mi misma, que soy más de "Colacao".

Y escuché de todo. Desde las ideas y consejos más sabios, hasta lo más disparatados, envueltos de una gran seriedad, pero ¡Qué leches!¡Disparatados!

En fin, el resultado al que llegué fué, hacer las cosas como una piense que debe hacerlas y estar contenta con lo que hace. Y así al menos, si te vas, tendrás la conciencia tranquila de que las cosas las hicistes lo mejor que pudistes.

No digo que no se deba escuchar, al contrario, digo que después de escuchar, tengas las absoluta certeza de que lo que vas a hacer es realmente lo que quieres hacer y no por el temor o la presión que ejercen los demás en tu vida.

Suerte con sus jardines, yo ando aquí, atareada con el mío.

¡Saludos!