Cuando comienza un nuevo año, todos hacemos una serie de propósitos… que la mayoría de veces se quedan sin cumplir.
Hace unos días encontré una hoja con las metas que me puse hace dos años… y tengo que decir, que son tareas que a día de hoy todavía siguen pendientes. En ese momento me sentí un poco decepcionada conmigo misma.
Luego pensé en lo mucho que he disfrutado estos dos años y en el fondo, creo y sé, que han estado aprovechados, aunque no haya cumplido ninguna de mis metas, he realizado otras que la vida me ha ido poniendo. ¡Cuánto he disfrutado en estos dos años! Y sobretodo...¡cuanto he aprendido!
Nos ponemos metas (y no digo que sea malo), simplemente que a veces nos obsesionamos demasiado en conseguir esas metas y dejamos de lado otras cosas importantes…
Si para cumplir una meta, debemos dejar de lado todo lo demás… por lo menos para mí, no compensa. Porque creo que que no hay nada más importante que disfrutar del camino, mientras conseguimos esa meta. Dando importancia a las pequeñas cosas, aprendiendo de los demás y de uno mismo. No nos obsesionemos con nuestros propósitos, dejemos también que la vida nos lleve.
Si para cumplir una meta, debemos dejar de lado todo lo demás… por lo menos para mí, no compensa. Porque creo que que no hay nada más importante que disfrutar del camino, mientras conseguimos esa meta. Dando importancia a las pequeñas cosas, aprendiendo de los demás y de uno mismo. No nos obsesionemos con nuestros propósitos, dejemos también que la vida nos lleve.
Y sobretodo, nunca se olviden de lo más importante... ¡Disfrutar!
Había una vez, un hermoso pino que, desde pequeño, soñaba con ser grande. Su especie llegaba a alcanzar los sesenta metros.
Le habían dicho que la vista desde las grandes alturas era maravillosa. Sus amigos le mostraban distintas bellezas naturales, pequeñas plantas, flores, insectos, grandes animales y hasta personas, pero no les prestaba atención; iba creciendo y siempre sucedía lo mismo, lo único que le interesaba era lograr una gran altura.
Al llegar a la estatura deseada, confirmó que el panorama desde tan alto era espectacular. En las conversaciones con sus amigos, escuchaba cosas muy extrañas para él, hablaban de chicos jugando a la pelota, de perros que corrían, de abejas que se posaban sobre las flores, y cantidades de comentarios sobre seres que no llegaba a distinguir desde allá arriba.
Pero ya no pudo bajar para conocerlos, se los había perdido mientras esperaba llegar bien alto.
Había una vez, un hermoso pino que, desde pequeño, soñaba con ser grande. Su especie llegaba a alcanzar los sesenta metros.
Le habían dicho que la vista desde las grandes alturas era maravillosa. Sus amigos le mostraban distintas bellezas naturales, pequeñas plantas, flores, insectos, grandes animales y hasta personas, pero no les prestaba atención; iba creciendo y siempre sucedía lo mismo, lo único que le interesaba era lograr una gran altura.
Al llegar a la estatura deseada, confirmó que el panorama desde tan alto era espectacular. En las conversaciones con sus amigos, escuchaba cosas muy extrañas para él, hablaban de chicos jugando a la pelota, de perros que corrían, de abejas que se posaban sobre las flores, y cantidades de comentarios sobre seres que no llegaba a distinguir desde allá arriba.
Pero ya no pudo bajar para conocerlos, se los había perdido mientras esperaba llegar bien alto.
El futuro es para soñar; el presente, para disfrutar.
¡Feliz año nuevo a todos! Gracias por estos dos años... han sido fabulosos. Os deseo de corazón, que el 2010 sea un año increíble para vosotros.
Seguiré por aquí, disfrutando de vuestra compañía. Hasta pronto.