Creo que es uno de los primeros cuentos que me contó mi abuelo, luego más tarde lo escuché varias veces en la escuela.
Este cuento que tantas veces me han contado, dejó de ser un cuento y paso a ser una pequeña parte de mi.
Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro de pueblo en pueblo. Puesto que el asno estaba viejo, llegaron a una aldea caminando junto al animal, en vez de montarse en él. Al pasar por la calle principal, un grupo de niños se rió de ellos, gritando:
-¡Mirad qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.
Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al transitar entre las casas, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Entonces dijeron a viva voz:
-¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y el pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos. Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:
-¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Han visto algo semejante? El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.
-¡Qué vergüenza!
Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre su lomo. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:
-¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tienen corazón? ¡Van a reventar al pobre animal!
Estando ya el burro exhausto, y siendo que aún faltaba mucho para llegar a destino, el anciano y el niño optaron entonces por cargar al flaco burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
-Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas. ¡Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
Es imposible contentar a todo el mundo, a veces sin proponerlo uno acierta y todo el mundo contento, otras veces por mucho que hagas siempre tendrás a alguien disgustado.
Lo importante es que uno este contento con sus acciones, que haga las cosas de corazón y los demás... que digan lo que quieran.
Tampoco digo que no tengas que escuchar a las personas. No, no digo eso. Escucha y piensa sobre lo que te dicen, si es válido para ti, acéptalo y sino, tíralo al primer contenedor que veas.
Pero que siempre seas tú el que decida y que no te importe si alguien no está deacuerdo, pues el mundo tiene muchos colores y muchas maneras de ver las cosas.